El debate en los pasillos del supermercado parece eterno. ¿Sal marina o sal de mesa? La elección, sin embargo, esconde una trampa, una falsa dicotomía que desvía la atención de lo verdaderamente importante. La ciencia es contundente al respecto: la verdadera batalla para la salud no está en el tipo de sal que se elige, sino en la cantidad total que se consume. El objetivo primordial para prevenir la hipertensión y los problemas cardiovasculares es no superar los 5 gramos diarios de sal, el equivalente a unos 2.000 miligramos de sodio.
Sin embargo, aunque la moderación sea la clave, si hubiera que decantarse por una opción en el estante, las organizaciones sanitarias internacionales tienen un claro ganador. Existe una elección claramente superior desde la perspectiva de la salud públic

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