La industria europea de la automoción, otrora grande y brillante, está en peligro y a la cúpula de la Unión Europea parece darle lo mismo. Siguen empeñados en mantener su hoja de ruta verde y no les importa lo más mínimo que el resto de planeta ignore el cambio climático y que el esfuerzo europeo solo sirva para tirar piedras contra nuestro propio tejado. Tanto la producción como la exportación de automóviles están sufriendo una importante crisis. Los datos acumulados hasta la fecha dan como resultado un significativo descenso de producción, con las exportaciones con un saldo aún más negativo por culpa del desembarco masivo de modelos procedentes de China, que no tienen que afrontar la sobrerregulación legislativa que ahoga a los productores europeos. Si a esto unimos el descenso de la dem

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