La casa era suya desde que nació a razón de una herencia familiar, pero estaba "destrozada". Ahora es su confortable segunda residencia en la montaña. César B. (65) reside desde adolescente en Zaragoza pero en cuento puede se escapa a su encantador pueblo inmerso en la abrumadora naturaleza del Pirineo aragonés. Hoy nos comparte la singular historia de la vivienda , que es un claro ejemplo de que con esfuerzo y ganas de superarse, no hay límites en la vida. Ninguno.

El jubilado aragonés explica que con 22 o 23 años quiso comenzar a usar su casa del pueblo, pero estaba "fatal, tuvimos que reformar prácticamente todo. Sus anteriores propietarios la tenían como cuadra. ¡Tenían hasta conejos, alfalfa, paja...!, exclama. No quedaba otra: si quería pernoctar allí junto a su novia tenía que po

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