La Administración Trump ha movido ficha en el tablero geopolítico del conflicto ucraniano con la imposición de nuevas sanciones económicas contra Moscú . En esta ocasión, el golpe va dirigido al corazón financiero de la ofensiva rusa: sus principales compañías petroleras. Lukoil y Rosneft son los gigantes energéticos señalados por Washington, en un claro intento de mermar la capacidad del Kremlin para seguir sufragando la guerra.

En paralelo, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha lanzado una seria advertencia a sus socios europeos. Su país necesitará apoyo financiero constante para poder seguir combatiendo durante, al menos, otros dos o tres años. Este llamamiento a la resistencia a largo plazo choca con un bloqueo en el seno de la Unión Europea , donde los líderes siguen si

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