En el corazón congestionado de La Victoria, el aire de octubre vibra con algo más antiguo que los disfraces o los dulces. Detrás de una modesta puerta en una calle estrecha, las guitarras se afinan y los cajones marcan el compás: un latido que corta el ruido de la ciudad.

De un lado del calendario, el brillo importado del Halloween; del otro, el Día de la Canción Criolla , la fiesta peruana del ritmo y la memoria. Dentro de este pequeño salón, el veredicto ya está dado: el criollismo sigue reinando la noche.

Dentro del templo del criollismo en La Victoria

Al cruzar las puertas de la Asociación Cultural Musical Domingo Giuffra , el bullicio limeño se disuelve. El salón es estrecho, el aire huele a fritura y barniz, pero cuando la música comienza, el espacio se expande.

Desde hace ci

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