Si alguna vez has saboreado una margarita, le debes una silenciosa deuda al desierto. Mucho antes de que el tequila y el mezcal se sirvan en botellas o tintineen en los bares, existen como flores que brillan en el crepúsculo mexicano. Su dulce néctar alimenta a murciélagos migratorios que, a su vez, polinizan los mismos agaves que hacen posible estas bebidas. Salvar a los murciélagos es, en realidad, salvar el trago y el paisaje que lo produce .
Murciélagos, tequila y el punto ciego económico
Caminar por el desierto chihuahuense al anochecer es escuchar zumbar la economía. Miles de murciélagos emergen de las cuevas calizas, sus alas cortando el aire tibio mientras buscan las altas flores del agave. Cada flor amarilla es, al mismo tiempo, banquete y futuro . “Sin los murciélagos, el t

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