En Colombia deben dejar de preguntarse “por qué no ganamos” y empezar a trabajar con claridad en “cómo se gana”. Si se quiere ver a los clubes locales levantando títulos continentales en una década, se debe asumir que el progreso no surge del azar ni del semestre iluminado de una nómina costosa.
La competitividad requiere planificación, inversión y disciplina. Brasil lo demostró: la hegemonía deportiva se construye con sistemas, no con milagros.
El fútbol brasileño sigue mandando en su “barrio”. Algo que no es casualidad ni un chispazo de talento aislado. Tres de sus clubes, nuevamente (como ya sucedió en el 2024) disputarán las finales de la Copa Libertadores y la Copa Sudamericana.
Eso no ocurre porque sí: responde a una estructura deportiva sólida, un sistema formativo de élite y una

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