Es una atracción cotidiana que atraviesa cuerpo y mente de muchos. A veces aparece con vehemencia. Otras con pudor. Lo que no se puede discutir es que se trata de un instinto argentino que, rápidamente, se transforma en necesidad golosa: la de explorar quioscos y supermercados, cafeterías, negocios especializados en delicatessen y productos regionales, la alacena de la cocina y el cajón de la mesita de luz.

El alfajor es el bocado dulce preferido de los argentinos. Multifacético. Práctico. Antiguo. Otra de las herencias que dejaron los colonizadores españoles cuando llegaron al continente americano hace quinientos años.

El alfajor argentino se transformó en una receta completamente diferente a la que vino de Andalucía. Mantuvo solo el nombre de ese legado, casi ancestral , orig

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