El 6 de noviembre de 1985 comenzó como un día común en el corazón judicial de Colombia. En los pasillos del Palacio de Justicia, sede de la Corte Suprema y el Consejo de Estado, el ambiente mezclaba rutina y tensión: en las semanas previas, habían circulado amenazas y advertencias de un posible ataque. Pese a ello, la guardia policial había sido retirada en octubre, dejando el edificio prácticamente indefenso. Hacia las 11:30 de la mañana, un estallido interrumpió la calma: el M-19 había iniciado su asalto.

Treinta y cinco guerrilleros del Movimiento 19 de Abril irrumpieron por la fuerza en el Palacio, disparando y lanzando explosivos. En pocos minutos controlaron los accesos, asesinaron a los vigilantes privados y avanzaron hacia los pisos superiores. Más de trescientas personas, magistr

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