Varias productoras canadienses se dedican desde hace años a colocar en las plataformas películas de volver a casa por Navidad. A mí me gustan, a pesar de que desarrollan todas parecido argumento: el traslado navideño al primitivo hogar, generalmente granjas, desde la deshumanizada gran ciudad; desde Nueva York a Los Ángeles a pueblitos nevados del interior, porque los canadienses trabajan para los americanos: ellos son pocos y el mercado, escaso. Han conseguido hacerme llorar, porque los guionistas siempre incorporan a las pelis perros, ponis y otros animales a los que uno les tiene simpatía, los Papa Noel son creíbles y aparecen unos renos, que nunca cagan, o sea que se trata de renos muy aseados. En ocasiones se pueden ver las factorías de juguetes donde trabajan los elfos, lo cual añade

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