El teléfono que debía protegernos se convirtió en símbolo de desconfianza. Miles llaman, pocos son escuchados y el miedo sigue al mando.
Un crimen silencioso que erosiona la vida diaria
En México, la extorsión se ha convertido en el delito más extendido y normalizado de la vida cotidiana. A diferencia del secuestro o el homicidio, no siempre deja rastros visibles, pero su efecto es devastador: paraliza la economía local, fractura la confianza comunitaria y genera miedo constante en millones de personas. Hoy, comerciantes, transportistas, profesionistas y hasta estudiantes conviven con la amenaza diaria del “cobro de piso”, las llamadas intimidatorias o los mensajes de WhatsApp que exigen dinero bajo amenazas.
El daño no es solo económico. El impacto psicológico de la extorsión es profun

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