Durante años, madres y padres han escuchado la misma advertencia: “las pantallas son perjudiciales” . Y, en general, así lo confirma la Asociación Española de Pediatría, que desaconseja su uso en menores de 6 años. Sin embargo, la investigación científica más reciente insiste en que el impacto no depende solo del tiempo frente a un dispositivo, sino del tipo de actividad que se realiza.
Un estudio de la Universidad del Este de Finlandia, publicado en Neuroscience , demuestra que las pantallas activas y las pantallas pasivas tienen efectos completamente distintos en el cerebro adolescente . En otras palabras, no es igual ver vídeos de forma pasiva que programar, crear contenido o participar en un juego interactivo.
Pantallas activas vs. pasivas: qué ocurre en el cerebro
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