El cuerpo humano posee uno de los sistemas de defensa más sofisticados de la naturaleza: el sistema inmunológico. Este complejo entramado de células, tejidos y órganos trabaja incansablemente para protegernos de virus, bacterias, parásitos y cualquier agente extraño que intente invadir nuestro organismo. Como un ejército altamente entrenado, el sistema inmune tiene la capacidad de distinguir entre lo propio y lo ajeno, atacando únicamente a los invasores mientras respeta las células y tejidos que nos conforman. Esta discriminación precisa es fundamental para nuestra supervivencia y salud.
Sin embargo, en ocasiones este mecanismo de protección falla de manera extraordinaria. Imagine un sistema de seguridad tan celoso que comienza a atacar la propia casa que debería proteger. Esto es precis

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