Un muestrario de hojas y flores secas ilustra la portada de El poder sobre una misma . Son las que Lorena Álvarez recogió durante sus paseos por las montañas que circundan San Antolín de Ibias, su pueblo natal y el lugar en que se refugió tres años atrás, después de sufrir una crisis de la que nació la inspiración del disco. “Esas flores me ayudaron mucho en el proceso que estaba pasando” explica la cantautora sentada en una terraza de la plaza Osca de Barcelona, una de las pocas que todavía resisten al virus de la gentrificación que condena a la ciudad a convertirse en un escenario de opereta a mayor gloria de la industria turística.

Álvarez compone temas largos y pausados con la complejidad de lo sencillo, y canta a aquello que nos une más allá de colores, credos o geografías, mientra

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