Después de una operación en una favela de Río que dejó entre 121 y 132 presuntos criminales muertos , Brasil se ha visto obligado a mirarse en un espejo que evitó durante mucho tiempo. El reflejo es sombrío: el Primeiro Comando da Capital (PCC) y el Comando Vermelho (CV) ya no operan como pandillas callejeras, sino como multinacionales del crimen , exportando violencia, lavando ganancias y gobernando barrios donde el Estado solo aparece con chalecos antibalas. El asedio puede haber terminado, pero lo que reveló sigue ardiendo: un país donde el tiroteo se ha convertido en política y la política ha olvidado su propósito.

Dos siglas, un espejo incómodo

El inframundo brasileño habla en siglas. PCC y CV —nacidos tras las rejas—ahora marcan el ritmo de la violencia desde São Paulo ha

See Full Page