Júlia Nueno Guitart es la editora del libro colectivo ‘Genocidios’ (Galaxia Gutenberg, 2025) en el que se analizan estos procesos desde la perspectiva de la arquitectura forense partiendo del caso de Gaza y con base en otros conflictos coloniales
Y ahora, ¿qué?: qué toca hacer en Europa para evitar más genocidio en Gaza
Rebatir la versión oficial de los hechos, combatir las narrativas imperantes, poner en discusión la verdad que se presenta e impone desde arriba, desde ‘el poder’. Esa es una de las misiones de la arquitectura forense, una metodología interdisciplinaria que “investiga la violencia perpetrada por Estados, fuerzas reaccionarias y corporaciones” mediante distintas herramientas del diseño arquitectónico, el análisis espacial y la tecnología.
Así lo explica Júlia Nueno Guitart, investigadora e ingeniera y miembro del equipo de la agencia Forensic Architecture, de la Universidad de Londres.“Es una manera de entender la arquitectura no como la construcción de edificios, sino una forma de arquitectura que entiende que el espacio y el territorio son testimonios de la violencia”, dice en una entrevista con elDiario.es en Madrid.
Pero, además de esa aplicación práctica, la arquitectura forense “es una respuesta al momento contemporáneo en el que hay una pérdida de valor de la verdad: la posverdad”, agrega Nueno. “La verdad no es un objeto, no es algo estático, sino que es algo que se construye. Una vez entendemos este proceso de producción de la verdad, desplazamos la pregunta sobre si algo es verdad o no es verdad y se convierte en: cómo se construyen los hechos, quién los construye, con qué finalidad, de qué manera los podemos verificar”, detalla.
El trabajo fue, por un lado, rebatir las declaraciones del Ejército de Israel, que acusaba a Hamás de haber lanzado un cohete. Por otro lado, fue reconstruir lo ocurrido
Todas esas preguntas las ha intentado responder el equipo de Forensic Architecture sobre las acciones de Israel en Gaza en los pasados dos años. Nueno pone como ejemplo el bombardeo contra el Hospital Al Ahli, en Ciudad de Gaza, donde murieron unas 500 personas, tan solo diez días después del comienzo de la brutal ofensiva de castigo israelí contra la población palestina en respuesta a los ataques de Hamás del 7 de octubre de 2023. “El trabajo fue, por un lado, rebatir las declaraciones del Ejército de Israel, que acusaba a Hamás de haber lanzado un cohete en el patio del hospital. Por otro lado, fue reconstruir [lo ocurrido] con base en el testimonio del doctor Ghassan Abu Sittah, que estuvo en el hospital la noche del bombardeo; trabajar con un modelo digital para reconstruir los hechos y reconstruir así la narrativa de esa noche”.
Patrones del genocidio en Gaza
El análisis que ha estado desarrollando Forensic Architecture —una parte del cual se recoge en el libro Genocidios— evidencia una serie de patrones que llevan a la agencia a afirmar que Israel está cometiendo genocidio en Gaza. “Vemos una intencionalidad detrás de la destrucción de las condiciones que sostienen la vida en Gaza, lo cual está recogido en la Convención para la Prevención del Genocidio de 1948. Se trata de genocidio porque hay una intención y un diseño en esa destrucción de las condiciones de vida” de los palestinos, afirma Nueno.
La joven investigadora española explica que, desde octubre de 2023, ella y su equipo han estado documentando las acciones del Ejército israelí en Gaza recogiendo evidencias y pruebas de “fuentes abiertas”, esto es, lo que se publica en redes sociales (vídeos, imágenes, mensajes) y también analizando imágenes de satélite de forma periódica. “Eso nos ha servido para empezar a relacionar unos eventos con otros. Por ejemplo, hemos podido ver el avance del Ejército de Israel por tierra y cómo ese avance va acompañado de noticias y [de información] en redes sociales de que hay hospitales que van quedando fuera de servicio. Vemos una clara relación entre ambas cosas. También hay una relación entre ese avance y la destrucción de los terrenos agrícolas. O los puntos para la distribución de la ayuda humanitaria”.
Hemos podido ver que el avance del Ejército de Israel por tierra va acompañado de noticias de que hay hospitales que van quedando fuera de servicio. Vemos una clara relación entre ambas cosas
Nueno detalla que, al principio del genocidio, las panaderías eran blanco de ataques, por lo que el norte de la Franja se quedó sin suministro de pan, un alimento fundamental para los palestinos. Después, los refugios que acogían a personas desplazadas y en los que también se distribuía ayuda. Incluso, fueron atacados directamente los civiles que iban en busca de la ayuda humanitaria.
Todo eso queda plasmado en unos mapas reunidos en el capítulo 'Cartografía del genocidio'. En esos mapas también se puede apreciar el cambio de la estrategia militar de Israel, aunque el objetivo que persigue sigue siendo “la destrucción del pueblo palestino”. “Inicialmente, entre finales de 2023 y 2024, vimos un desplazamiento de la población hacia el sur de Gaza. Y eso se hacía destruyendo las zonas del norte de la Franja con bombardeos y dejando fuera de servicio los hospitales y las panaderías”, relata Nueno. Pero esa estrategia cambia en la primavera de 2024, cuando Israel no consigue expulsar a los palestinos a Egipto a través de la frontera de Rafah, ubicada precisamente en el sur del enclave. “Israel invade entonces Rafah y desplaza a la población hacia Al Mawasi, que es la zona más árida en Gaza y con menos infraestructuras para sostener la vida. Lo que vemos repetidamente es la estrategia de desplazar a la población hacia zonas no seguras y que no tienen las condiciones para mantener la vida”.
Ahora, desde la entrada en vigor del alto el fuego entre Israel y Hamás hace un mes —que Israel ha violado en varias ocasiones, matando a más de 240 palestinos—, todavía no se dan las condiciones de vida para la población gazatí, por tanto, “el genocidio sigue en función”, denuncia Nueno. “La presencia del Ejército israelí en Gaza no permite que la población se mueva libremente, que vaya hacia las zonas donde hay más infraestructuras para cubrir sus necesidades. Las condiciones de vida aún no se han restablecido”. Tampoco se ha restablecido el sistema de distribución de ayuda humanitaria de Naciones Unidas, del que depende la gran mayoría de los más de dos millones de gazatíes.
El genocidio es un proceso que se extiende en el tiempo, no es un momento concreto, un evento concreto. En Gaza, vemos como durante los dos últimos años este proceso se ha ido agudizando y tomando diferentes formas
“Genocidios coloniales”
En Genocidios, el de Gaza se compara con el de Namibia, perpetrado por Alemania a principios del siglo XX contra los pueblos ovahereros y namas. Según Nueno, son “genocidios coloniales” porque parten de la colonización y el desplazamiento de la población indígena, la confiscación de sus tierras y el establecimiento de asentamientos como pasos previos “hacia la eliminación de un pueblo”.
“El genocidio es un proceso que se extiende en el tiempo, no es un momento concreto, un evento concreto. En Gaza, vemos como durante los dos últimos años este proceso se ha ido agudizando y tomando diferentes formas”, explica la investigadora y profesora en el Centre for Research Architecture de Goldsmiths, en la Universidad de Londres.
Y ese proceso puede extenderse tanto en el tiempo que sus consecuencias siguen sintiéndose más de un siglo después, como en el caso de Namibia. “Por ejemplo, las tierras que se confiscaron a las poblaciones indígenas nunca fueron restituidas. De hecho, el 70% de las tierras agrícolas en Namibia están en manos del 0,3% de la población blanca (descendiente de los colonos originales)”, dice Nueno. Los agricultores blancos controlan los recursos, por tanto, las condiciones de vida, mientras que la población negra está hacinada en zonas donde tiene que competir por unos recursos cada vez más escasos, tal y como se explica en uno de los capítulos del libro que habla de ‘la continuidad ambiental del genocidio en Namibia’.

ElDiario.es Internacional

LA RAZÓN España
AlterNet
New York Post Opinion
CNN Politics