Ya sabemos que los ataques de ira de Francisca (Paqui) Muñoz Cano , la mujer de Santos Cerdán , no van dirigidos sólo contra OKDIARIO. Si hace meses arremetía encolerizada contra una redactora de este periódico que se identificó, nada más llamar a la puerta de su domicilio en Madrid, al grito de «estoy hasta los cojones de este puto país», ahora las víctimas de su irascible carácter han sido los funcionarios y guardias civiles de la prisión de Soto del Real. Y todo porque en una reciente visita a su marido en el centro penitenciario se la sometió a los lógicos controles de seguridad que pasan todos los visitantes.

A Paqui se la identificó, se le tomaron las huellas y pasó, como es preceptivo, por el arco de metal, antes de llevarla a una sala de espera donde aguardan todos aquellos que tienen autorizado el vis a vis , como era su caso. El guardia civil de turno pasó un perro adiestrado para olfatear droga a todos los familiares de la sala , un protocolo ineludible. Pues bien, a Paqui lo del perro no le gustó, reclamando a voces que a ella había que eximirla del olfateo del can. Se conoce que por ser Paqui, la mujer de Cerdán. «¿Por qué me pasáis el perro? ¡Es una vergüenza!» , espetó.

Lo que es una vergüenza, Paqui, fue el número que montaste. Y no es la primera vez: el día que salió el informe de la UCO, que revelaba que presuntamente había cobrado mordidas, gritó a los periodistas que esperaban en la calle haciendo su labor informativa. «¡Iros a casa del novio de Ayuso!». Se comprende el nerviosismo de Paqui, pero lo que no es de recibo son sus ínfulas, la mala educación que exhibe a cada paso. Lo del perro es el último ejemplo. Por cierto, los perros se emplean para buscar droga, pero visto cómo se les gasta Paqui a lo mejor habría que usar perros de protección.