Un análisis del Instituto Quincy para la Gobernanza Responsable, indicó que el mayor beneficiario del despliegue militar de Estados Unidos (EEUU), en el Caribe y que amenaza la soberanía de Venezuela, es la industria bélica estadounidense.
RT reseña que mucho de los sistemas desplegados en el Caribe son muy costoso y explicó que cada destructor de clase Arleigh Burke cuesta unos 2.500 millones de dólares solo para su adquisición. Mientras, el avión de ataque AC-130J Ghostrider cuesta 165 millones por unidad; el P-8 Poseidón, unos 83 millones; y los aerodeslizadores LCAC, con los que están equipados algunos de los buques, aproximadamente 90 millones por unidad.
Asimismo, en el análisis antes mencionado se indica que los contratistas militares se lucran por el mantenimiento y servicios mie

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