En los últimos dos años, Sergio Massa eligió el bajo perfil . No por falta de presencia, sino para reordenar su influencia en silencio, lejos del ruido y de la interna permanente del kirchnerismo. Aunque evita aparecer en el centro de la escena, su peso político sigue intacto, especialmente en la provincia de Buenos Aires, donde opera como un articulador clave.

La última elección lo encontró detrás de escena, pero arriba de los dos escenarios decisivos: el del triunfo arrollador del 7 de septiembre y el de la derrota ajustada del 26 de octubre. En ambos estuvo. En ambos escuchó. Y en ambos tomó nota del mensaje que dejó el electorado.

Una interna que condiciona todo

La tensión interna entre Cristina Kirchner y Axel Kicillof atraviesa al peronismo y lo empantana. Massa, que no quiere

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