CIUDAD DE MÉXICO (AP) — Miles de mexicanos protestaron el sábado en Ciudad de México contra el gobierno de Claudia Sheinbaum en una manifestación convocada originalmente por la Generación Z pero que, finalmente, fue alentada por partidos de oposición y acabó reuniendo a más críticos del gobierno que a jóvenes que se quejaron de la violencia que vive el país.
La marcha transcurrió de manera pacífica en su mayor parte, hasta que al final algunos jóvenes con el rostro cubierto protagonizaron choques con la policía con piedras, cohetes, palos y cadenas, lo que ocasionó heridas a 120 personas, de las cuales 100 son agentes, informó por la tarde el secretario de Seguridad de la capital, Pablo Vázquez. La gran mayoría fueron lesiones menores y atendidas en el lugar. Una veintena de personas fueron detenidas.
Gritos de “Fuera Morena” —el partido oficialista—, “Estado, corrupto, por tu culpa estoy de luto” o “Narcopresidenta” se escuchaban entre los manifestantes de distinto perfil y procedencia, que no llevaban insignias de ningún partido, pero estaban unidos por su descontento hacia la administración de Sheinbaum, quien asumió el cargo hace poco más de un año.
Claudia Cruz, una abogada de 30 años, dijo estar marchando por un país mejor. Fidel Sandoval, un profesor jubilado de 78 años, por la falta de justicia. La doctora internista Arizbeth García, de 43, se manifestaba con su bata blanca por las carencias en el sistema de salud público y “porque nosotros también nos exponemos a la inseguridad que sucede en el país, donde alguien puede matarte y no pasa nada”.
Durante la protesta, que se repitió en menor escala en otras ciudades del país, había banderas de México y también blancas pidiendo justicia por el popular alcalde del estado de Michoacán asesinado este mes, Carlos Manzo, cuyo homicidio todavía está por esclarecer. Muchas personas llevaban sombreros de paja que simbolizan su movimiento político opositor, y un puñado de manifestantes iban a caballo.
El asesinato de Manzo “fue muerte de Estado”, dijo Rosa María Ávila, asesora inmobiliaria de 65 años que llegó a la capital mexicana desde Pátzcuaro, Michoacán.
“Lo mataron porque no les convenía, porque era un hombre que se metía a la sierra a bajar a los delincuentes. El único que tuvo las agallas de decir basta”, agregó Ávila, que dijo apoyar las polémicas políticas de seguridad del salvadoreño Nayib Bukele, las cuales han sido muy criticadas porque, presuntamente, conllevan violaciones de derechos humanos.
A lo largo de marcha también hubo algunas banderas negras con la calavera sonriente con sombrero de paja y tibias cruzadas procedente de una serie manga japonesa llamada “One Piece”, el emblema de la Generación Z. Sin embargo, esos jóvenes de veintitantos años y nativos digitales que lideran una oleada global de descontento generacional, unidos en el hartazgo hacia la clase política o las desigualdades, no eran mayoritarios.
Uno de ellos, Andrés Massa, un consultor de empresas de 29 años, dijo que le gustó que tomaran el mensaje de lucha contra los gobiernos corruptos que enarbolan los piratas de “One Piece”.
“Estoy a favor de que haya un poquito más de seguridad, de que haya un poquito más de conciencia para todos”, aseguró con su bandera negra al hombro.
Algunas cuentas de activistas de la Generación Z acabaron deslindándose de la cita, al tiempo que figuras de la oposición como el octogenario expresidente mexicano Vicente Fox, del conservador Partido de Acción Nacional, o el multimillonario empresario Ricardo Salinas Pliego, de 70 años, las alentaban.
El gobierno de Sheinbaum denunció que se trataba de una convocatoria manipulada y orquestada desde la derecha internacional y mediante la utilización de bots.
Las protestas de la Generación Z provocaron en septiembre la renuncia del gobierno de Nepal y se han reproducido en diversos países asiáticos y africanos con distintos detonantes. En América Latina, las manifestaciones de octubre en Perú para exigir la renuncia del presidente interino José Jerí llevaron el mismo símbolo, aunque marchas posteriores, como la de este viernes, tuvieron otros convocantes.
La presidenta mexicana, que llegó al poder el 1 de octubre de 2024, mantiene altos índices de popularidad, y aunque es una firme defensora del legado de su predecesor, Andrés Manuel López Obrador, dio un giro a su muy criticada estrategia de seguridad para luchar con más fuerza contra el crimen organizado, en parte debido a las presiones de Estados Unidos.
Sin embargo, los problemas estructurales del país, como la inseguridad, la corrupción y la impunidad se mantienen, y recientes hechos de violencia, como los ocurridos en Michoacán, han alentado el descontento.
Entre las más recientes protestas con amplia convocatoria estuvieron las del año pasado que intentaron detener la reforma del Poder Judicial por temor a que se politizara la impartición de justicia, y las de colectivos feministas o de movimientos de derechos humanos que exigen justicia por los más de 130.000 desaparecidos del país.
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La periodista de The Associated Press Amaranta Marentes contribuyó a este despacho.

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