En el mundo de la jardinería existen plantas que parecen hechas para simplificarnos la vida sin resignar belleza. Una de ellas es una especie ornamental que, con su porte liviano y sus flores danzantes, aporta color, textura y movimiento a cualquier espacio verde. Es resistente, elegante y florece desde la primavera hasta el otoño sin casi pedir nada a cambio.

Se trata de la gaura rosa, una planta perenne de aspecto silvestre que se adapta perfectamente a climas soleados y suelos bien drenados. Su encanto radica en sus finos tallos que se mecen con el viento y en sus pequeñas flores rosadas o blancas que recuerdan a mariposas en vuelo. Perfecta para jardines naturales, macetas grandes o bordes de caminos, aporta un toque romántico y campestre que combina con todo tipo de especies.

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