Hace cuatro décadas, la próspera Armero, la "Ciudad Blanca" del Tolima, era un enclave de dinamismo, agricultura y vida. Con más de 30,000 habitantes, se había consolidado como la segunda urbe en importancia de su departamento, gracias a las más de 20,000 hectáreas de algodón que generaban riqueza y una vida "súper, súper bien".
Su desarrollo económico, social y cultural era sorprendente, con sitios icónicos como la heladería España y un ambiente de tierra caliente, emprendedor y alegre.
Sin embargo, en su idílica existencia, Armero no conocía la verdadera historia de su imponente vecino: el Volcán Nevado del Ruiz. Se le veía como un "amigo", un lugar turístico de nieve, incluso con pistas de esquí, algo excepcional en el trópico. Nunca se enseñó en las escuelas el riesgo de las avalanch

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