"Todo ha quedado atado y bien atado”. Con esta lapidaria frase, pronunciada el 30 de diciembre de 1969 durante su discurso de Navidad, Francisco Franco se refería a una decisión adoptada unos meses antes que marcaría el futuro de aquella España que gobernaba con carácter vitalicio desde que derrocara tres décadas antes al régimen republicano. En julio de ese mismo año, las Cortes aprobaron, a propuesta del dictador, el nombramiento como su sucesor en la jefatura del Estado a título de rey de Juan Carlos de Borbón . El declarado por ese mismo decreto príncipe de España juraba entonces “fidelidad a los principios fundamentales del Movimiento Nacional” y aceptaba la herencia de la “legitimidad política surgida del 18 de julio de 1936”, fatídica fecha de la sublevación militar que dio inic

See Full Page