El caso de Roger Quispe Arana expone una cadena de decisiones que terminó con un joven policía atrapado en un estado irreversible. El suboficial de tercera, que ingresó a la institución con la ilusión de construir una carrera, quedó con una lesión cerebral devastadora después de caer desde el primer piso hasta el sótano de la comisaría Pamplona 2, en San Juan de Miraflores. Su vida dio un giro abrupto al obedecer una disposición ajena a sus funciones, una instrucción que lo obligó a realizar tareas que la normativa policial prohíbe para cualquier agente.

La familia asegura que desde el accidente su hijo dejó de ser el muchacho independiente que buscaba ascender en la PNP. Ahora depende por completo de sus padres para alimentarse, comunicarse y desplazarse . Su conducta, sus movimien

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