Paul McCartney, exintegrante de The Beatles, lanzará una canción silenciosa como protesta ante los cambios en la ley de derechos de autor que el gobierno británico está considerando. Esta nueva legislación permitiría a las grandes empresas tecnológicas acceder a obras creativas sin necesidad de autorización previa. La canción, titulada “Bonus Track”, es una grabación de 2 minutos y 45 segundos realizada en un estudio vacío, donde solo se perciben algunos clics dispersos.

El lanzamiento está programado para el 8 de diciembre, coincidiendo con la reedición en vinilo del álbum titulado "¿Es esto lo que queremos?", que incluye contribuciones de más de mil artistas, como Annie Lennox, Damon Albarn y Jamiroquai. Este álbum mudo, que se lanzó inicialmente en formato digital en febrero, busca visibilizar lo que los artistas consideran una amenaza seria para la industria cultural debido al avance de la inteligencia artificial.

Los organizadores del proyecto advierten que las reformas propuestas permitirían entrenar modelos de IA utilizando material protegido por derechos de autor sin licencia ni compensación económica. Esto, según ellos, “revolucionaría” la legislación actual en favor de las grandes empresas tecnológicas, obligando a los creadores a excluirse manualmente para proteger sus obras.

El álbum contará con una edición limitada de solo mil copias en vinilo, lo que refuerza su carácter simbólico. En mayo, más de 400 artistas y escritores, incluidos Elton John, Ed Sheeran y Dua Lipa, firmaron una carta abierta en The Times, rechazando lo que describieron como una “entrega total” a Silicon Valley.

El primer ministro Keir Starmer ha afirmado que el gobierno debe “encontrar el equilibrio adecuado” entre la innovación tecnológica y la protección de los derechos de autor, señalando que la IA también representa “una enorme oportunidad”. Sin embargo, la comunidad artística sostiene que la amenaza es real. Un estudio reciente de UK Music reveló que dos de cada tres músicos temen que la IA ponga en riesgo sus carreras, y nueve de cada diez exigen garantías para proteger su voz e imagen, así como un pago justo por el uso de sus creaciones en el entrenamiento de IA.