Montalegre, una villa situada en el norte de Portugal y próxima a la frontera con Galicia, ocupa un territorio que combina historia y paisaje natural de una manera única. La ubicación de la localidad ha condicionado su desarrollo a lo largo de los siglos, especialmente por su cercanía a la frontera, que motivó la construcción de sistemas defensivos. La geografía de la zona, con montañas, ríos y valles, ha marcado la distribución del núcleo urbano y la implantación de monumentos históricos.

El municipio integra un conjunto de elementos patrimoniales entre los que destacan estructuras defensivas como el castillo que domina la villa y diversas construcciones históricas que documentan la evolución territorial de la región. Esta combinación de patrimonio arquitectónico y urbano permite observar cómo la planificación de los asentamientos se adaptó a la topografía y a las necesidades de vigilancia y control fronterizo.

Además del patrimonio cultural, Montalegre se encuentra en un entorno natural protegido que forma parte del Parque Nacional de Peneda-Gerês. Esta área, única en Portugal, combina ecosistemas de montaña con ríos, bosques y formaciones geológicas de interés, integrando la preservación de la biodiversidad con la presencia de núcleos humanos tradicionales. La villa actúa como punto de acceso para recorrer tanto el patrimonio histórico como los espacios naturales del parque, ofreciendo información y recorridos interpretativos sobre el territorio.

Castelo de Montalegre

El castillo de Montalegre surge como parte de la estrategia de los reyes portugueses para reforzar la frontera con Galicia. Su construcción comenzó en el siglo XIII bajo el reinado de Alfonso III y se prolongó hasta el siglo XVIII, reflejando la importancia estratégica de la zona a lo largo de varios siglos. La fortaleza se encuentra en el punto más elevado del municipio, lo que permitía vigilar los alrededores y controlar el paso por la región fronteriza.

La torre del homenaje, levantada en el siglo XIV siguiendo los principios del estilo gótico, es el elemento más alto de la fortificación. Destacan sus balcones salientes, concebidos como parte de las soluciones defensivas de la época. El conjunto incluye además tres torres adicionales —la Furada, la del Reloj y la Pequeña— conectadas por un sistema de murallas y un amplio patio interior. Esta disposición refleja la planificación de una fortificación pensada tanto para la defensa como para el control del territorio circundante.

En 1910, el castillo fue declarado Monumento Nacional, reconocimiento que asegura la protección de su valor histórico. La visita es de acceso gratuito, y tanto la torre del homenaje como la Furada han sido rehabilitadas para permitir que los visitantes recorran su interior. Paneles informativos explican la historia de la fortaleza y de las fortificaciones de la región, proporcionando un contexto histórico sobre la frontera norte de Portugal.

Parque Nacional de Peneda-Gerês

El Parque Nacional de Peneda-Gerês ocupa cerca de 70.000 hectáreas en el extremo noroeste de Portugal, entre las regiones del Alto Miño y Trás‑os‑Montes. La sierra de Peneda y la sierra de Gerês conforman el área protegida que constituye la única con la categoría de parque nacional en el país. Este territorio combina montañas, ríos y bosques, incluyendo un bosque de acebos que se considera único en Portugal, así como especies vegetales endémicas como el lirio de Gerês.

El parque destaca también por su variedad de cascadas y pozas naturales, consideradas entre las más atractivas de Portugal, que se distribuyen a lo largo de sus ríos y arroyos. Además de su riqueza natural, alberga hábitats para especies protegidas y mantiene aldeas tradicionales, permitiendo la convivencia entre la preservación ambiental y la actividad humana, incluidas rutas turísticas y espacios de interpretación del patrimonio cultural y natural.