La comprensión de movimientos ideológicos que llevaron al exterminio de millones de personas plantea un dilema moral y cultural. El intento de analizarlos desde dentro, sin justificar sus crímenes, se ha presentado en ocasiones como un ejercicio de conocimiento , aunque su legitimidad suscita debate: ¿es posible comprender a un nazi?

La pregunta se vuelve más intensa cuando quien busca entender esas ideas procede de una tradición directamente perseguida por ellas. Esta tensión entre la investigación y el límite ético genera discusiones en ámbitos académicos y públicos, y se reabre cada vez que alguien asegura haber dialogado con defensores actuales de esa ideología.

Alex Karp admite mantener conversaciones con personas que se declaran nazis

El empresario Alex Karp , cofundador y consejero delegado de Palantir , reconoció en una entrevista con Molly O’Shea recogida por Futurism que dedica parte de su tiempo a conversar con personas que se identifican como nazis.

Explicó que lo hace para descubrir qué impulsa su pensamiento y cómo construyen sus argumentos. Su afirmación provocó sorpresa por el contexto en que se produjo y por su propia ascendencia judía , que añade una dimensión personal a esas conversaciones.

Karp afirmó literalmente que “paso mucho tiempo hablando con nazis” y añadió con énfasis que se refiere a “nazis de verdad”. Comentó que busca “ entender qué los mueve ” y ofreció una reflexión que él mismo calificó de paradójica. Señaló que “parte de lo extraño de la gente que hoy alaba a los nazis es que no hay ni un solo nazi que los habría incluido en su movimiento y los habría enviado a los campos más rápido que a mí ”. Tras ese comentario, la conversación derivó hacia su visión de Estados Unidos, país al que considera excepcional por su modelo cultural y político.

Su libro reivindica la supremacía tecnológica de Estados Unidos como garante de estabilidad

El directivo desarrolló su pensamiento en torno a la defensa de los valores occidentales , inspirándose en la tradición filosófica alemana. Doctor en Filosofía por la Universidad Goethe de Fráncfort, ha citado en varias ocasiones su paso por ese entorno académico como una influencia determinante. Su discurso suele alternar análisis culturales y declaraciones sobre el papel de la tecnología en la sociedad contemporánea. Este interés teórico se ha reflejado también en su producción escrita.

El consejero delegado de Palantir explicó en una entrevista que dedica parte de su tiempo a hablar con individuos que se identifican con el nazismo

En 2024 publicó un libro en el que sostiene que Estados Unidos debe mantener la supremacía tecnológica mediante el desarrollo de armas avanzadas . Parte de ese texto se difundió como ensayo bajo el título Necesitamos un nuevo Proyecto Manhattan . Con ese planteamiento, el empresario defendió la idea de que la superioridad tecnológica es esencial para conservar el liderazgo global de su país. Su posición se enmarca en una visión que considera la innovación militar un factor de estabilidad mundial.

Karp mantuvo durante años un perfil próximo a posiciones progresistas, lo que generó fricciones con Peter Thiel, su socio en Palantir. Thiel ha expresado públicamente ideas ultraconservadoras y teorías pseudocientíficas vinculadas a la raza y a la religión, además de su conocida oposición al voto femenino. Con el paso del tiempo, el propio Karp ha adoptado un discurso más alineado con la derecha estadounidense y ha pasado de criticar a las autoridades a respaldar proyectos gubernamentales que emplean las herramientas de su empresa.

Las contradicciones entre sus principios y su actividad empresarial se hacen más visibles

Palantir se ha convertido en un actor importante en la vigilancia de fronteras y en la recopilación masiva de datos . La compañía ha colaborado con el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos para l ocalizar personas destinadas a deportación . También ha proporcionado al Ejército israelí una plataforma de inteligencia artificial orientada a la toma de decisiones sobre objetivos en el campo de batalla, una tecnología que ha sido objeto de denuncias internacionales por su posible papel en operaciones letales en Gaza .

El intento de comprender ideologías extremas abre un debate sobre los límites morales

Esa implicación en sistemas que determinan quién puede permanecer en un territorio y quién debe ser expulsado ha llevado a algunos observadores a señalar que Karp, sin pretenderlo, se acerca a una lógica de exclusión que recuerda en parte la que dice estudiar para comprender , aunque en un marco completamente distinto.

Las largas conversaciones de Karp con extremistas, no obstante, no parecen haberle llevado a replantear las implicaciones éticas de su propia labor empresarial . Su declaración sobre la necesidad de entenderlos ha generado perplejidad en un momento en que las empresas tecnológicas se enfrentan a numerosas críticas por su cooperación con proyectos militares. La paradoja de un empresario judío que dialoga con defensores del nazismo mientras impulsa sistemas de vigilancia y de guerra refleja las contradicciones que atraviesan la relación entre tecnología, poder y responsabilidad.