El sistema hidráulico de la Mezquita-Catedral de Córdoba representa una solución ancestral que se mantiene vigente gracias a su diseño basado en la gravedad y la inclinación de las cubiertas. Las superficies inclinadas permiten que el agua de lluvia fluya hacia una red de conductos conectados entre sí, que dirigen el caudal hacia los puntos de salida sin requerir maquinaria moderna.
Este principio físico, aplicado en la arquitectura andalusí , garantiza que el monumento soporte tormentas intensas sin sufrir filtraciones ni daños estructurales. La eficacia del sistema se aprecia en cada episodio de lluvias fuertes , cuando se activa de forma automática y demuestra la vigencia de su ingeniería original.
Las gárgolas garantizan el drenaje y protegen la piedra original
Las gárgolas cumplen una función esencial dentro de este entramado. Actúan como caños de desagüe que expulsan el agua de las cubiertas , evitando que el líquido se acumule sobre los muros o se infiltre en la piedra caliza. En la Mezquita-Catedral, estas piezas c arecen del aspecto decorativo que caracteriza a las catedrales góticas europeas , ya que su diseño responde a una finalidad práctica.
Se estiman integradas en entre 15 y 20 puntos de las fachadas, sobre todo en las zonas sur y este, donde el volumen de agua es mayor. Durante lluvias intensas, los chorros que proyectan hacia el exterior se convierten en auténticas cascadas que vierten a las calles y al Patio de los Naranjos, garantizando así la evacuación rápida del caudal.
Los canales distribuidos por las cubiertas forman la base de todo el mecanismo . Se contabilizan alrededor de 73 canalones dispuestos bajo los bordes del techo, que recogen el agua y la trasladan hacia los bajantes verticales. Esta red se reparte por las cuatro fachadas del edificio y el Patio de los Naranjos. En la fachada oeste se localizan diez canalones que evacuan hacia el patio, mientras que la sur, con nueve, cubre la mayor superficie de drenaje, unos 3.385 metros cuadrados. En el lado este hay 11 conductos, uno de ellos con el mayor caudal registrado, y en la fachada norte, diez más que vierten hacia las calles contiguas. El patio cuenta con 16 canalones en su zona sur y varios adicionales en los contrafuertes de los lados oeste y este, lo que permite drenar más de 7.400 metros cuadrados de superficie .
La red hidráulica nace con el califato y evoluciona con cada ampliación
La red que sustenta este sistema tiene su origen en el siglo VIII, cuando el califato omeya inició la construcción de la mezquita. Abd al-Rahman I impulsó la primera estructura de canales que recogía las lluvias sobre cubiertas planas. En los siglos IX y X, las ampliaciones realizadas por Abd al-Rahman II, Al-Hakam II y Almanzor ampliaron el trazado hidráulico para cubrir zonas más extensas del conjunto.
Tras la conquista cristiana en el siglo XIII, las obras de mantenimiento y ampliación no solo preservaron la red heredada, sino que introdujeron materiales nuevos y técnicas de drenaje adaptadas a la evolución arquitectónica del templo. Se incorporaron canalones metálicos, especialmente en las cubiertas del crucero y el coro, que requerían mayor evacuación por la altura añadida.
Durante los siglos XIV y XV, las reformas sucesivas consolidaron el sistema con reparaciones periódicas de piedra y mortero, y se reforzaron los puntos de vertido que comunicaban con las calles adyacentes. En el siglo XVI, con la construcción del crucero renacentista, se ampliaron los canales principales para conducir el agua desde las bóvedas recién levantadas hasta los desagües inferiores. Estas adaptaciones aseguraron la compatibilidad entre las estructuras islámicas originales y las nuevas partes cristianas , manteniendo un drenaje eficaz en todo el conjunto.
El Plan Director de 2020 documentó la red completa y destacó su eficacia tras siglos de uso continuo, reflejando la combinación de técnicas andalusíes con soluciones inspiradas en la ingeniería romana y bizantina.
Las lluvias recientes confirman la eficacia intacta del sistema ancestral
El funcionamiento general del sistema se basa en una secuencia pasiva y eficaz . El agua que cae sobre los 19 tejados a doble vertiente se dirige primero hacia canales centrales, después avanza por acueductos formados por hileras de columnas y finalmente llega a los canalones situados en los bordes. Desde allí, las gárgolas expulsan el flujo hacia las calles Torrijos y Cardenal Herrero , además del Patio de los Naranjos, que actúa como punto de desagüe principal.
Este proceso evita la acumulación y protege los elementos arquitectónicos más delicados , como las 856 columnas y los mosaicos interiores. En episodios de lluvias extremas, la red completa demuestra su capacidad para gestionar y evacuar grandes volúmenes sin sobrecarga , una prueba de que la planificación hidráulica medieval sigue funcionando con la misma precisión que hace más de 1.000 años.
La activación espontánea del sistema durante los temporales recientes ha vuelto a confirmar la fiabilidad de esta estructura . Los chorros que emergen de las gárgolas y los caños ofrecen una imagen espectacular, pero su función es esencialmente preventiva. Cada descarga pluvial se convierte así en una verificación práctica del ingenio con que fue concebido este entramado , que continúa operando con una eficacia sorprendente en el corazón monumental de Córdoba.

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