El uso de paneles solares en los hogares puede tener un impacto significativo tanto en la reducción de gases de efecto invernadero como en la mejora de la calidad del aire. Según el Harvard Salata Institute, sí más familias adoptaran energía solar, se podrían evitar 8.5 millones de toneladas de CO2 al año en Estados Unidos, equivalente a retirar casi 2 millones de autos de circulación.
Además, al reemplazar la energía generada con combustibles fósiles, la energía solar reduce contaminantes peligrosos como dióxido de azufre, óxidos de nitrógeno y partículas finas, que afectan la salud pulmonar y cardiovascular. Esto no solo disminuye la contaminación del aire, sino que también contribuye a reducir enfermedades relacionadas con la exposición a contaminantes, como asma y problemas cardíacos.

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