Cuando Marcelo Bielsa llegó a la selección de Uruguay en mayo de 2023, parecía una combinación perfecta.

Un estratega intenso en formas y fondo, que saca el jugo de sus dirigidos, llegaba para dirigir a una generación que había sido semifinalista del Mundial Sub-20 de 2017, con futbolistas que parecían encajar casi de forma perfecta en su ideario.

Pero, tras algunos éxitos puntuales y lograr una clasificación que se daba casi por descontada a la Copa del Mundo de 2026, al estratega argentino le ha tocado un camino más espinoso del que cualquiera se habría imaginado en su tránsito por la celeste.

Con Bielsa, Uruguay logró dos triunfos resonantes al principio de las eliminatorias de la Conmebol, que daban cuenta de que algo interesante se estaba gestando.

Venció con claridad a Brasil en

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