El 20 de noviembre de 1975, Francisco Franco Bahamonde, dictador de España, falleció en el Palacio del Pardo, en Madrid. Su muerte marcó el fin de un régimen que había durado casi cuatro décadas, tras haber llegado al poder tras la Guerra Civil (1936-1939). Franco, conocido como el "caudillo", murió oficialmente a las 5:25 de la madrugada, aunque algunos testimonios sugieren que su deceso pudo haber ocurrido horas antes. La noticia fue anunciada por el ministro de Información y Turismo, León Herrera, quien comunicó a la nación: "Españoles, Franco ha muerto".
La muerte de Franco fue un evento esperado, ya que su salud había estado deteriorándose desde un infarto sufrido el 14 de octubre de 1975. La operación Lucero, un plan de contingencia de los servicios secretos, se activó para gestionar la transición de poder. A pesar de su fallecimiento, el legado del franquismo sigue presente en la sociedad española, con debates sobre su figura y la ideología que aún perdura en algunos sectores.
Cincuenta años después, el franquismo se manifiesta en calles, monumentos y nombres de pueblos que aún exaltan la dictadura. A pesar de la Ley de Memoria Histórica, algunos lugares mantienen un marcado carácter franquista. Por ejemplo, San Leonardo de Yagüe, nombrado en honor al general Yagüe, conocido por su papel en la represión durante la guerra. En otros casos, como Callosa de Segura, se han retirado símbolos franquistas, aunque esto ha generado protestas y resistencia por parte de grupos como Falange.
La Fundación Francisco Franco ha expresado que es "imposible" eliminar todos los vestigios del régimen, afirmando que "hay muchos más de los que imaginan". Entre los monumentos que aún perduran se encuentra la Pirámide de los Italianos, que ha sido declarada Bien de Interés Cultural. Historiadores y activistas critican la existencia de estos símbolos, argumentando que no deberían tener cabida en un país democrático.
La figura de Franco sigue generando controversia en la política española. A pesar de los esfuerzos por desmantelar su legado, muchos ciudadanos continúan luchando por la eliminación de símbolos franquistas, enfrentándose a la oposición de grupos que defienden su permanencia. La situación actual refleja una España donde, a pesar de los 50 años transcurridos desde su muerte, el franquismo parece seguir vivo en la memoria colectiva y en el paisaje urbano del país.

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