Abel Pérez Rojas

Escribir un poema que perdure en el tiempo y trascienda la muerte del autor es una aspiración que ha acompañado a la literatura desde sus orígenes. Se ha dicho —de Horacio a Octavio Paz— que la poesía es una forma de permanencia, un intento humano por dejar huella cuando todo lo demás parece destinado a desvanecerse. Un poema verdaderamente perdurable es aquel que toca lo más íntimo del lector, que lo transforma después de escucharlo y cuya fuerza es capaz de atravesar barreras físicas, emocionales o incluso históricas, para arribar allí donde el autor jamás podría llegar en presencia.

Un poema así constituye el sueño de todo poeta y la búsqueda constante de quienes aman la lírica. No es solo un ideal estético, sino también una forma de conocimiento, un modo de comprende

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