Un nuevo estudio internacional realizado por antropólogos evolucionistas ha comprobado que la vida moderna ha superado el ritmo de la evolución humana, y sugiere que el estrés crónico y muchos problemas de salud actuales son consecuencia de una falta de adaptación evolutiva entre nuestra biología y los entornos industrializados actuales.

Durante cientos de miles de años, los seres humanos se adaptaron a las exigencias de la vida de cazadores-recolectores, caracterizada por gran movilidad y estrés intermitente. La industrialización, en cambio, ha transformado el entorno humano, introduciendo contaminación acústica, microplásticos, pesticidas, luz artificial y estilos de vida sedentarios.

"En nuestros entornos ancestrales, estábamos bien adaptados para afrontar situaciones de estrés agudo"

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