Nos convocó un colega, compañero de internado de aquel colegio un poco subversivo que era el Cisneros, allá en los lejanos 60. Una opípara cena. Alguien dijo: “Mejor no hablar de esta sociedad cansada y perezosa. No lo esperábamos entonces. Hemos entregado nuestra rebeldía por una vida cómoda”.

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