La decisión de Javier Milei de poner al jefe del Ejército, teniente general Alberto Presti, a cargo del ministerio de Defensa en reemplazo de Luis Petri generó alarma y muestras de rechazo entre la dirigencia política y de organismos de derechos humanos. Es la primera vez desde el retorno de la democracia, en 1983, que un militar ocupa la conducción de la defensa nacional, un hecho que el Gobierno orientó en la idea de una reinvindicación del rol de las Fuerzas Armadas. Se trata de un debate saldado, que ni siquiera ya existía dentro de las fuerzas en actividad, que en cambio sí penan por los malos salarios que generaron una gran cantidad de bajas. "Es un enorme retroceso para la democracia argentina y para las Fuerzas Armadas como institución" , sostuvo el ex ministro Agustín Rossi, qu

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