Mientras el pastor belga malinois se convertía en el perro policial por excelencia y el tervueren o el groenendael se abrían hueco en el imaginario colectivo gracias a su elegancia, el laekenois permanecía en un segundo plano discreto, como un vestigio casi arqueológico de una Bélgica rural que ya no existe. Y, sin embargo, es la variedad más antigua de todas, la que conserva la huella más directa del perro pastor flamenco que acompañaba a los trabajadores del campo en el siglo XIX.

Su origen está vinculado a un territorio muy concreto, entre Boom, un valle fluvial lleno de campos de cultivo de lino y el entorno del castillo de Laeken, donde se cuenta que la reina María Enriqueta tenía especial debilidad por estos perros de aspecto desgarbado y mirada vigilante. No eran animales seleccion

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