Quien puso en jaque al país este lunes no fue la oposición, tan cuestionada en círculos presidenciales en los últimos días, sino transportistas y agricultores orquestadores de un ambicioso y dañino bloqueo de la capital y otras regiones. Escribo estas líneas sin oportunidad de conocer el saldo final de la efectividad o no de este bloqueo, pero asumo que, al margen del resultado, se trata de una acción cuya mera existencia revela los potenciales pies de barro de la cuarta transformación. El gobierno corre el riesgo de obsesionarse con una oposición que tiene más vida en el discurso de la Presidenta que en la calle, mientras deja de ver las fracturas sociales y políticas capaces de hacer fracasar el proyecto de cambio del grupo en el poder.

La verdadera amenaza no procede de 100 encapuchado

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