Un análisis genómico sin precedentes ha permitido reconstruir el origen biológico de quienes practicaron uno de los rituales funerarios más característicos del sur de China : l os llamados hanging coffins o “cofres colgantes” . El estudio, publicado en Nature Communications , analiza el ADN de 11 individuos antiguos vinculados a estos enclaves, 30 genomas modernos del pueblo Bo y cuatro individuos procedentes de cofres de tronco excavados en Tailandia. Sus conclusiones muestran que los Bo actuales conservan una parte sustancial de la ascendencia genética de quienes depositaban a sus muertos en ataúdes suspendidos en acantilados, una práctica documentada desde hace unos 3.000 años.

Una tradición funeraria distintiva en el sur de China

Los cofres colgantes son una de las tradiciones mortuorias más distintivas de Asia , con presencia en China, el Sudeste Asiático y algunas islas del Pacífico. En el sur de China existen centenares de enclaves asociados a esta práctica, que las crónicas históricas relacionan con el pueblo Bo, una comunidad que prácticamente desapareció de los registros tras las campañas militares de la dinastía Ming . Hasta ahora, sin embargo, faltaba una prueba genética sólida que demostrase la relación entre los practicantes antiguos y sus posibles descendientes modernos.

El estudio busca identificar de qué poblaciones procedían los practicantes de los cofres colgantes, determinar si existe continuidad genética con los Bo actuales y situar esta tradición dentro del marco demográfico del sur de China y del Sudeste Asiático. Para ello, el equipo utilizó modelos de mezcla poblacional , análisis de deriva genética y comparaciones con extensas bases de datos de ADN antiguo.

Contexto geográfico y análisis de componentes principales

Afinidades con el Neolítico del sur de China y contactos a larga distancia

Los resultados revelan un patrón genético complejo . La mayoría de los individuos asociados a los cofres colgantes muestran afinidades con poblaciones neolíticas de la costa sur de China y con hablantes históricos de lenguas tai-kadai y austronesias. El estudio también detecta subestructuras que diferencian a los grupos de Yunnan y Guangxi, especialmente próximos a los Bo actuales. En contraste, dos individuos del enclave de Wa Shi (DSM_484 y DSM_1067) muestran perfiles divergentes: uno presenta afinidades con agricultores del río Amarillo y comunidades tibetanas , mientras que el otro se relaciona con poblaciones del Altái y del norte de Asia , reflejando contactos a larga distancia hace unos 1.200 años.

El equipo incorporó además el ADN de cuatro individuos procedentes de cofres de tronco excavados en Tailandia , una variante regional del ritual. Estos presentan una combinación de ascendencia de cazadores-recolectores Hoabinhian, agricultores del Yangtsé y una contribución notable de poblaciones del río Amarillo. Su cercanía genética con comunidades de Yunnan y Guangxi indica la existencia de una red cultural y biológica amplia entre el sur de China y el Sudeste Asiático continental.

Composición ancestral y escenarios de dispersión inferidos de poblaciones de ataúdes colgantes e individuos Bo

Los Bo actuales: una huella genética directa del ritual

La comparación con los 30 genomas modernos del pueblo Bo ofrece una de las conclusiones más sólidas del estudio. Los modelos demográficos muestran que entre un 43,4% y un 79,3% de su ascendencia procede directamente de los antiguos practicantes de cofres colgantes de Yunnan , combinada con entre un 20,7% y un 56,6% de ascendencia relacionada con Haimenkou , un yacimiento del Bronce Antiguo del suroeste de China. Esta mezcla encaja con la historia conocida de los Bo, marcada por presiones políticas, desplazamientos forzados y la pérdida de autonomía durante la dinastía Ming.

Un ritual diverso, con aportes culturales y genéticos múltiples

Más allá de confirmar la relación entre los Bo y los cofres colgantes, el trabajo demuestra que el ritual no fue homogéneo . Su expansión implicó intercambios culturales sostenidos entre distintas comunidades del sur de China y, en momentos concretos, aportaciones procedentes del norte. Este mosaico explica tanto su persistencia en zonas remotas como las variaciones regionales documentadas en el registro arqueológico.

El estudio establece el primer marco genético exhaustivo para entender el origen y la expansión de esta tradición funeraria en Asia. La combinación de ADN antiguo y moderno sitúa el fenómeno en un contexto más amplio, vinculado a los movimientos poblacionales del Neolítico tardío y a las interacciones entre comunidades de la costa sur china y del Sudeste Asiático. Para los autores, estos avances abren nuevas vías para investigar otras prácticas funerarias de Asia oriental aún poco documentadas desde la genética.