Hubo un tiempo no demasiado lejano en el que se hacían películas con tomavistas. Se captaban en positivo, como si de diapositivas de tratara, duraban un máximo de tres minutos, había que llevarlas al laboratorio a revelar y exigían su proyector para verlas en casa. Eran otros tiempos. Fue en los sesenta, los setenta e incluso los ochenta del siglo pasado, cuando aficionados de cierto poder adquisitivo, pues no era este un hobby barato, realizaban películas familiares o documentales que hoy, medio siglo después, son indispensables para conocer nuestro pasado en movimiento. No hay demasiado material cinematográfico de aquellos años y aquella Asturias , de modo que estas grabaciones caseras se perfilan como un gran tesoro para conocer quiénes fuimos y de dónde venimos. Son, calamitosamente,

See Full Page