L a renuncia del fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero , marca el fin de una de las gestiones más controvertidas al frente de la FGR y abre un escenario mixto para el gobierno federal. Aunque su salida parecía inminente desde hace meses, el cierre negociado subraya la enorme cantidad de información sensible y casos estratégicos que acumuló durante su administración, un factor que pesó tanto en la demora como en las condiciones de su relevo.
Durante su gestión, Gertz concentró un poder inusual para un fiscal autónomo: investigó a figuras de alto nivel, intervino en disputas internas del gabinete y mantuvo bajo llave expedientes políticos de alto impacto. Ese acervo documental —y el uso selectivo que se le atribuyó— explica en buena medida por qué el desenlace tomó tiempo y se manejó con extrema cautela desde la Presidencia.
Implicaciones positivas: una oportunidad para recomponer la institución
Analistas y especialistas coinciden en que su salida puede abrir una ventana para reordenar la FGR , una institución que bajo su mando quedó marcada por señalamientos de opacidad, uso político de investigaciones y una relación compleja con el Poder Ejecutivo.
El relevo podría permitir:
- Restaurar la credibilidad de la Fiscalía en investigaciones de alto perfil.
- Avanzar en pendientes estructurales , como la persecución del crimen organizado, el combate a la impunidad y la coordinación con estados.
- Despresurizar tensiones internas que habían paralizado investigaciones relevantes.
También representa una oportunidad para que la Presidencia impulse un perfil menos confrontativo y más técnico, capaz de encaminar la transición institucional con mayor independencia y profesionalismo.
Implicaciones negativas: riesgos de filtraciones, presiones y tensiones políticas
No obstante, la salida de Gertz también trae consigo riesgos. El fiscal saliente conoce detalles de investigaciones, decisiones políticas y pugnas internas que involucraron a funcionarios, legisladores y operadores de distintas administraciones. Su posición privilegiada dentro de la estructura judicial podría convertirse en un factor de presión para el nuevo gobierno o para actores políticos involucrados en procesos abiertos.
Entre los riesgos señalados:
- Posibles filtraciones o maniobras de presión utilizando expedientes sensibles.
- Reacomodos dentro de la FGR que podrían ralentizar investigaciones en curso.
- Tensiones entre la nueva Fiscalía y el Ejecutivo , especialmente si el relevo busca marcar distancia real para recuperar autonomía.
- Vacíos de control temporal , en un país donde la criminalidad organizada aprovecha cualquier debilitamiento institucional.
Una salida que no cierra del todo el capítulo
El cierre negociado evita un choque frontal entre el fiscal y el gobierno, pero no borra los cuestionamientos acumulados durante su gestión ni despeja por completo las dudas sobre el manejo de información confidencial. La Presidencia, por su parte, deberá administrar con cautela el relevo para evitar que la transición derive en fracturas internas o en el uso faccioso de expedientes.
La salida de Gertz Manero, en suma, abre una etapa de oportunidades y riesgos simultáneos , en un momento político en el que la fortaleza de las instituciones de justicia será clave para medir el rumbo del país. (Agencias)

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