“Esto es hermoso, pero hasta que viene el invierno y tenés que calefaccionar tu casa”. El dato, planteado ante un interlocutor impactado por la mañana diáfana en Parque Sicardi, viene con otro: “Llevar a mis hijas al colegio, que está en El Mondongo, me demanda 45 minutos de ida y otros tantos de vuelta”. El hombre (de mediana edad y comerciante), encarna un proyecto que empezó con una búsqueda de desarrollo familiar, en paz y con verde, hace más de una década. La parte de las penurias, por la sola presencia de la electricidad como servicio público y sólo una avenida para conectar el centro de la Ciudad desde un área que en dos décadas pasó de algunos miles a decenas de miles de vecinos, podrían representar en pocas líneas y una idea -la de calidad de vida- la advertencia que realizan espe

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