En el estado mexicano de Michoacán, en Sierra Chincua, a más de 3.300 metros de altitud sobre el nivel del mar, millones de mariposas monarcas regresan cada año después de recorrer los 4.000 kilómetros que separa Canadá de los bosques de México en donde hibernan, sin que se sepa cómo lo hacen.
Este fenómeno migratorio que “representa que se llevan las almas de nuestros seres queridos”, según explicó el gobernador del estado, Alfredo Ramírez Bedolla, durante la apertura del santuario de Sierra Chincua, el pasado sábado, se registró por primera vez de manera oficial en 1975 y sigue siendo una incógnita para los expertos.
“Hay varias hipótesis. Se ha revisado a las mariposas en su parte equivalente al cerebro y han encontrado estructuras que parece tienen relación con la detección de cie

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