En Wicked, la historia no empieza en blanco y negro, sino en “ángulos”. Basta un giro, una cámara distinta, un chisme bien contado, para que una mujer pase de heroína a villana sin cambiar absolutamente nada de su comportamiento. Eso también pasa en las empresas y en los grupos de chats. Una mujer que destaca, que levanta la mano o que señala un trapo sucio institucional suele convertirse en “bruja” para quienes preferirían que nada se mueva o que no brille tanto. No porque sea mala, sino porque incomoda.
"Wicked, la famosísima historia que pasó de Broadway al cine —estrenada hace poco y que cuenta la verdadera historia de la supuesta bruja malvada del Mago de Oz— se vuelve una analogía perfecta para entender cómo funcionan las dinámicas de poder, prejuicio, envidia y éxito en el mundo la

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