“Hay que estar preparado para recibir el ataque enemigo. Por muy sombría que sea la situación, siempre es posible darle la vuelta a tu favor. Un ataque es una prueba de que uno ha perdido el control. Quienes tienen malas intenciones o pensamientos conflictivos son vencidos al instante”. En la primavera de 1925, Morihei Ueshiba doblegó a un oficial de la marina japonesa que lo atacó con una katana de madera. Lo venció sin armas, sólo utilizando y redirigiendo la propia fuerza de su atacante. Ueshiba dijo que ese día su cuerpo se volvió luz. El aikido había emergido.
Pasaron 100 años y varias generaciones Ueshiba; distintas escuelas, corrientes, pensamientos e interpretaciones. Pero todas siguen el dogma original: la unificación de cuerpo y mente con el espíritu.
El aikido no es un dep

La Capital Ovación

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Reuters US Business
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