La mañana del 1 de diciembre de 1948 comenzó como cualquier otra en la playa de Somerton, cerca de Adelaida. A primera hora del día, un joven de 16 años, llamado Neil Day, paseaba cuando vio a un hombre vestido de traje, apoyado contra unas piedras, y supuso que dormía tras una larga noche. Quizás estaba ebrio y había decidido quedarse allí a descansar. Horas más tarde, el joyero John Lyons , acompañado de su esposa, pasó por el mismo lugar y notó a un hombre inmóvil. Al acercarse, descubrieron que estaba muerto. Así se activó una investigación policial que, desde ese instante, convertiría a aquel desconocido en el protagonista del misterio más célebre de la crónica policial australiana.

Estaba prolijamente vestido, con camisa blanca, corbata, pantalón marrón y zapatos relucient

See Full Page