El cacao latinoamericano está viviendo un renacimiento inesperado. Durante décadas fue tratado solo como materia prima, pero las nuevas generaciones de productores están cambiando la narrativa. Hoy, familias campesinas en Colombia, Ecuador y Perú están reintroduciendo técnicas ancestrales, cruzándolas con procesos modernos de fermentación y secado para obtener perfiles aromáticos más complejos.

Una de las claves de este renacimiento es la trazabilidad. Los consumidores ya no quieren un chocolate genérico; buscan nombres de fincas, variedades criollas, porcentajes exactos de manteca y notas sensoriales que recuerdan a frutas, flores o especias. Esto ha empujado a cooperativas a profesionalizarse. La figura del catador de cacao, antes casi inexistente en la región, ahora es común en muchas

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