Durante décadas, la energía geotérmica fue vista como una tecnología prometedora pero limitada. Su dependencia de zonas específicas —principalmente áreas volcánicas o de alta actividad tectónica— le imprimía una etiqueta de “energía nicho”. Sin embargo, en los últimos años esta percepción cambió fragmentariamente. Países con actividad volcánica, desde Islandia hasta naciones andinas como Chile, Ecuador y Colombia, están demostrando que la geotermia puede convertirse en un pilar energético estable y sostenible.

La geotermia aprovecha el calor interno de la Tierra, un recurso prácticamente inagotable a escala humana. Esto le da dos ventajas fundamentales: es constante y predecible. Mientras la energía solar depende del clima y la eólica de los vientos, una planta geotérmica puede producir e

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