Lejos de desaparecer ante la digitalización, las bibliotecas están viviendo una transformación profunda. Ya no son depósitos silenciosos de libros, sino centros comunitarios que combinan tecnología, arte, educación y servicios sociales. Este cambio, que comenzó en países nórdicos y se expandió gradualmente a muchas ciudades del mundo, redefine para qué sirven estos espacios en una sociedad cada vez más conectada.
La idea central es que las bibliotecas deben responder a las necesidades actuales de la ciudadanía, no solo a los hábitos de lectura. Por eso, muchos han incorporado laboratorios de creación digital, salas de grabación, impresoras 3D y espacios para talleres de programación. Estos servicios convierten a la biblioteca en un motor de alfabetización tecnológica, especialmente para p

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