Casi 14 meses después de dejar la presidencia, Andrés Manuel López Obrador reapareció con un video de casi 50 minutos que no fue la presentación de su libro, sino la confirmación de que nunca se retiró. Desde su finca “La Chingada”, intenta reciclar su poder bajo la máscara de un jubilado austero y desconectado. El problema es que esa impostura se derrumba en cuestión de minutos.

AMLO afirma que usa un celular “cacahuatito” sin internet y que recibe las noticias con días de retraso. Esa versión es incompatible con quien gobernó obsesionado con la agenda mediática, marcaba temas desde la madrugada y convertía la Mañanera en una herramienta diaria de control político. Su narrativa del “desconectado” le sirve para eludir la responsabilidad por las crisis actuales, que en gran medida se deben

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