Europa entraba, en los últimos años del siglo XIX, en una época convulsa. Las fábricas crecían como hongos, las ciudades se llenaban de obreros y humo, y la ciencia hacía tambalear creencias religiosas que llevaban siglos sosteniendo la vida cotidiana. En medio de ese terremoto cultural, surgió una voz incómoda, brillante y profundamente crítica: la del filósofo alemán Friedrich Nietzsche (1844-1900), cuya infancia quedó marcada para siempre por la pérdida de su padre cuando apenas tenía cinco años.

“La muerte del padre a los cinco años lo marcó”.

A menudo tergiversado, y utilizado de forma manipuladora, especialmente por el nazismo, que lo convirtió en un símbolo de ideas que él jamás defendió, Nietzsche aparece hoy como una figura imprescindible para quienes buscan liberarse de los

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